jueves, 10 de agosto de 2017

La seguridad de los Festivales de Música.

Varios expertos reclaman una normativa común y clara en toda España y que se vigile y sancione el incumplimiento de la ley.

Tres incidentes recientes han puesto el tema sobre la mesa. Un accidente con la muerte del acróbata Pedro Aunión en el Mad Cool, un incendio en el festival Tomorrowland, que obligó a desalojar a 20.000 personas, y un exceso de afluencia con riesgo de avalanchas y actuaciones suspendidas en el Arenal Sound…

Proliferación de Eventos.

No es que se relajen las medidas de seguridad, afirman varios expertos. Es que la proliferación de eventos de este tipo, sobre todo en verano y con casi 1.000 al año por toda España, incrementa los riesgos. Con esas cifras, la ley de probabilidades se presenta hasta benévola. Pero resulta necesario adecuar medidas.

Es lo que sostiene Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales. “Pese a la cifra, los incidentes han sido mínimos. Los festivales son seguros y se cumplen protocolos muy estrictos con planes de evacuación, certificados para la solidez de los escenarios, licencias de las comunidades autónomas”, afirma Salmerón. Aunque Pepo Márquez, portavoz de la Unión Estatal de Sindicatos de Músicos (USM), matiza: "Salvo los festivales más internacionales, por lo demás falta mucho para llegar al nivel europeo. Los certámenes más locales y pequeños a menudo muestran el ABC de cómo no hay que montar un festival".

¿Existen recortes en seguridad?.

Nadie niega que las coincidencias alarman, asegura Francisco Martín Peñas, de La Mar de Músicas (Cartagena). Ante eso, cabe tranquilizar el ambiente. ¿Han podido los recortes influir en la seguridad? “Debemos ser muy responsables con estos asuntos. En los casos que conozco no se han producido recortes. No es un capítulo en el que quepa hacerlo”, añade Salmerón. "Claro que se puede ahorrar en seguridad", ataca sin embargo Márquez. "Por ejemplo, contratando a personal que doble turnos; hay empleados de seguridad que igual llevan 12 horas de pie, cansados, y a lo mejor, cuando hay que exigirle el 100% de sí, no pueden", agrega.

Aspectos mejorables.

La USM no pretende crear alarmismo, pero sí llamar la atención sobre aspectos mejorables. "Como espectador, nunca nadie me ha hecho hincapié en saberme las medidas de seguridad o me ha ofrecido un simulacro de evacuación; como artista —y he actuado en casi todos los festivales principales— nunca me han presentado un protocolo de seguridad ni cursos o charlas de riesgos laborales. En los escenarios muchas veces no están marcadas las zonas más peligrosas, y las hay", destaca Márquez. Y amplía la vista más allá de las fronteras nacionales: "Lo primero que se nota en un festival europeo es el número de personas del propio certamen. En España, a menudo es el mínimo indispensable. Falta una normativa ad hoc que diga: 'Para un festival con más de 8.000 visitantes, seis accesos y cuatro escenarios, se necesitan X empleados".
Lo cierto es que también puede reforzarse la prevención ante el riesgo de que algunos quieran evitar costes en ese capítulo. “Sobre todo, aumentar las sanciones para quien no cumpla. Las penalizaciones actuales no son disuasorias. Si un empresario quiere saltarse una ley, lo primero que hace es echar cuenta de cuánto le puede costar la multa: si la ganancia es superior a la multa, le compensa”, subraya José Luis Gómez, experto en seguridad y miembro de la plataforma de analistas Belt. Márquez pide, además, que esas multas se apliquen, ya que en la mayoría de los casos "se quedan sobre el papel".

Normas de las Comunidades Autónomas.

Son las normas de las Comunidades Autónomas las que rigen principalmente en cada caso. Pero quizás sería deseable, para Gómez, un marco más centralizado. “Existe una ley estatal, el Reglamento General de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de 1982 –muy antigua si tenemos en cuenta de que en esa fecha, apenas existían macrofestivales en España-, que establece unos principios básicos. Hay también leyes autonómicas, que desarrollan los protocolos a los que obliga el decreto estatal y que se complementan con las normas locales dictadas por los ayuntamientos. La consecuencia es que lo que en unas ciudades resulta obligatorio en otras puede ser solo una recomendación”, comenta.

Normativa abundante pero dispersa.

La normativa es abundante, pero queda muy dispersa. Algunas comunidades han desarrollado mucho el reglamento estatal y lo han actualizado adecuadamente, pero otras no, advierte Gómez. “Por ejemplo, solo en algunas es obligatorio tener un control de acceso electrónico. Esto es importante en los recintos con varios puntos de entrada para poder tener un registro en tiempo real de las personas que entran y salen. No solo para que lo sepan los responsables de seguridad, sino también para que los propios espectadores puedan ver si se está sobrepasando el aforo”, explica este experto en seguridad. “Deberían actualizarse cosas como esta en todo el Estado, no esperar a que las comunidades tomen la iniciativa”. "Al festival le tiene que controlar alguien. La naturaleza propia del negocio les va a llevar a meter a tanta gente como puedan. Porque, además, los asistentes son clientela, que va a consumir", destaca Márquez. El músico subraya que no solo no hay control oficial sobre las cifras de aforo, sino que los propios festivales tienden a dispararlas, por el impacto mediático y de cara a los patrocinadores.

Ante la ausencia de normativas homogéneas, Cataluña y el País Vasco muestran ventaja, según Alfonso Santiago, responsable del Bilbao BBK Live. “Existen dos comunidades muy avanzadas en legislación, tratamiento e implicación respeto a la regulación de grandes eventos: son Cataluña y Euskadi. Nosotros ahora mismo acabamos de participar en un proceso abierto para adecuar la legislación a los tiempos y las particularidades en el País Vasco. Creo que eso es muy importante: organismos abiertos, dialogantes, conocedores de las particularidades de los eventos y de cómo evolucionan, resulta clave para construir una buena regulación y que después haya promotores serios, profesionales y con sensibilidad”.
La Comunidad de Madrid, en cambio, tiene sin desarrollar reglamentos que exige la propia ley autonómica, aprobada en 1997. "Por ejemplo, 20 años después, siguen sin establecerse las características de los servicios de vigilancia. Aún peor, hay incongruencias como el hecho de que prevé sanciones para quienes no cumplan esos servicios de vigilancia que están sin establecer", advierte Gómez.

En la década de los ochenta, cuando se aprobó la ley marco, los eventos de masas no eran objetivo terrorista común. Atentados como de la sala Bataclán (París, 2015), o los atropellamientos en un mercadillo navideño de Berlín las pasadas navidades o el de Niza el año anterior obligan a repensar el análisis de riesgos y la estrategia de seguridad. “Los planes y emergencias tienen que tener en cuenta todo tipo de factores: desde un acto terrorista hasta el perfil de los espectadores —no es lo mismo un recital de música melódica que un concierto de heavy metal— o el posible consumo de bebida y drogas. Hay que tener en cuenta todos estos factores a la hora de tomar una decisión, por ejemplo, sobre si se debe evacuar o no un recinto”, resume Gómez.

La Figura del Voluntario.

Tampoco existían hace años figuras como los voluntarios que ahora son tan comunes en estos eventos. "¿Qué clase de trabajador es un voluntario? ¿Está protegido si sufre un accidente laboral? ¿Recibe formación para saber cómo actuar en caso de emergencia o evacuación? En teoría sí debería, pero no hay ninguna ley que lo regule”, advierte Luis León, secretario de Acción Social de la sección de artes gráficas, comunicación y espectáculos del sindicato CNT. “Cosas como estas no se deben dejar a la buena de los empresarios”, añade León. “Deberían vigilarse también las contrataciones, que se cumplan las normativas de prevención de riesgos laborales. En este tipo de eventos se trabaja casi siempre con prisas, con mucha improvisación, y eso siempre supone un riesgo añadido”, asevera.

Nuevos Retos.

Nuevos retos que necesitan de más anticipación y medios ante los imprevistos. Pero nada puede evitar mínimo riesgo. Incluso desgracias pese a que la seguridad sea un eje fundamental, como comenta José Manuel Piñero, del Low Festival de Benidorm. “Para nosotros, la seguridad es el pilar sobre el que se fundamenta lo que hacemos. Sin seguridad, el resto de patas del festival quedaría cojas: los asistentes no quedarían contentos, los artistas se verían afectados... Por eso la concebimos como una prioridad transversal, que afecta a todos los departamentos de nuestros eventos. A lo largo del año se realiza un esfuerzo continuo por organizar el recinto y su seguridad. Y de esta forma llegamos a la apertura de puertas con todo fluido y sin problemas. Solucionar un problema de seguridad o de comodidad del público una vez se han abierto las puertas resultaría mucho más complicado”.

Fuente: El País.
Tema: Riesgos Laborales.
Precoin Prevención SL

Bilbao - Bizkaia

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